Así golpeó las psiques el estreno de la obra ESTAMOS BIEN de Guille Garabato

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Guille Garabato | Fotografía x Pablo Gil Rivera





La semana pasada dentro de la quinta edición del Encuentro de Teatro Inclusivo y Comunitario (ETICO) en el Centro TNT-Atalaya de Sevilla pudimos ver el espectáculo ESTAMOS BIEN de Teatro del Desorden – Bendita Rvina (Sevilla).

 

Texto – María Marín de la @zentralita | Fotografías @pablogilstudio


En el escenario, un actor entregado con su historia y con su audiencia; en las gradas, incomodidad, risas nerviosas, miradas hacia otro lado, algún suspiro, algún que otro codazo entre espectadores. Y silencio (salvo por la puerta que no paró de abrirse y cerrarse durante el espectáculo. Un respeto, por favor).

Durante un poco más de una hora, pudimos ver al protagonista de este espectáculo unipersonal pasar por diferentes estados de ánimo dentro (o debajo, quizá) de un montón de mierda. De mierda, sí. De mierda digital, de mierda de positivismo extremo, de procesos de autoayuda de mierda, de actitudes aprendidas, de todas las drogas de mierda que te puedas
encontrar en el mercado, de creencias de mierda. A ratos me vi a mí. A ratos te vi a ti. Sí. A ti. No sé si lo que Guille hizo se encuadra dentro del tan de moda género de la “auto ficción”. No sé qué hay de verdad personal y qué hay de ficción, no sé en qué lugar se sitúa para para hilar unos textos tan llenos de dolor, rabia, ironía, verdad y humor. A lo mejor este relato es fruto de la observación. A lo mejor solo hay que sentarse en una plaza y apagar el móvil. O encenderlo. Qué importa. Lo que yo vi el domingo fue un acto de sinceridad y desnudez en escena y visto lo visto, lo agradezco.




Guille Garabato | Fotografía x Pablo Gil Rivera

 

No es un espectáculo para echar una tarde distendida, de risas y palomitas. No es un espectáculo para cualquiera, quizá. O quizá todo el mundo debería verlo. La oscuridad de la escena, la deformidad física del personaje y sus palabras no te dejan lugar a la paz aunque el final no sea el esperado y Guille sepa terminar arriba, con una nueva bofetada de ironía
acompañada de un guiño de complicidad con su público. Un público que aplaudió desde donde él nos había estado mirando y señalando durante el espectáculo, un público que aplaudió al vacío que dejó el personaje cuando se fue para no volver…siguiendo la luz.

Guille Garabato, haciendo honor a su nombre se desdibuja físicamente sin que ello afecte a su dicción, que me pareció exquisita, por cierto. Guille Garabato, a través de este personaje
atormentado y perdido entre raves, la tan presente “dictadura del like” y la carga de su propio género, nos sumerge en un pozo de realidad del que no salimos bien, porque no lo estamos.

No, no estamos bien.

Y hay que decirlo más veces.




Guille Garabato | Fotografía x Pablo Gil Rivera

 

Guille Garabato | Fotografía x Pablo Gil Rivera




¿Cuánto tiempo llevas con la idea de poner en pie este proyecto? ¿Los textos se han ido escribiendo a lo largo del tiempo o fue un vómito repentino?

Estamos bien surge a partir de presentar una muestra de fin de laboratorio en TNT-Atalaya, en abril de 2022. La gran vomitera tuvo su lugar y fijó el eje central de los textos, si bien es cierto han sido muchas las flemas lo largo de los meses. He ido reescribiendo constantemente lo escrito sin modificar su sentido.

 

¿Hasta qué punto hay una catarsis personal en este trabajo?

Hasta el paroxismo. Creo que la catarsis se dio como necesidad. En ciertos temas y aspectos concretos, me inunda un alivio sanador tras un reconocimiento público hacia terceros y hacia mí mismo. Ahora bien, cuando esa sensación se esfuma, dices “bueno, y ahora ¿qué?”.




Guille Garabato | Fotografía x Pablo Gil Rivera

 

Jugando al incómodo y estúpido juego de las etiquetas, ¿cómo definirías tu estilo? ¿Tú manera de hacer?

Grotesco, bufonesco, sarcástico, directo, socarrón, rozando o sobrepasando, cuando se consigue, lo desagradable. Me gusta echar sal en las heridas abiertas y me aburre absolutamente lo amable y lo complaciente. Por decirlo de una manera gráfica, me gusta pensar que es un estilo “anti-Disney” o si no queremos ser anti nada, podría llamarse estilo “pro-anti-Disney”. Adoro a Leo Bassi y a Albert Pla.

 

Igual q se puso de moda eso de ir por la vida reencarnados en Mr. Wonderful, también ahora parece que todo el mundo está mal, todo el mundo necesita terapia, tenemos que reconciliarnos con algo todos sí o sí. O muy bien, o muy mal. ¿Qué pasa?

Este es un tema muy profundo sobre el que aún no tengo una opinión sólida formada y dudo si la tendré en algún momento. Considero innegable que darle voz a temas silenciados a lo largo de los tiempos es necesario, fundamental. Vamos tarde. Ojalá todo el mundo tenga los recursos y apoyos para poner el foco en sus problemas. Problemas hasta ahora ninguneados. Ahora bien, mercantilizar la salud mental es el juego que, parece, está haciendo ahora el capitalismo. En estos momentos, todo está atravesado por la salud mental y, ojo, está bien, ¿pero de qué manera? Igual que vimos camisetas del Zara con la palabra “feminismo”, lo siguiente será ver en los uniformes de Amazon el eslogan “sí a la salud mental”. Si no vas a terapia, no estás en la onda y eres peligroso pero si vas, eres mainstream y un burgués más. Es una locura, valga la redundancia conceptual, entre tanta frase hecha de mierda. Es jodidamente perverso pero a nadie le sorprende a estas alturas que esto “es el mercado, amigos”. Y en muchísimos casos, no hay una patología o un trastorno sino condiciones vitales de mierda que se perpetúan hasta el infinito. Y claro que estas condiciones, en infinidad de casos, son la antesala para dichos trastornos y complicaciones. Es una realidad.

Dicho esto y para concluir, teniendo en cuenta que mi rigor en estos temas es más que cuestionable pues me falta muchísimo por aprender e investigar, no creo que haya que patologizar todo a diestro y siniestro y sí abogar por políticas sociales que posibiliten un desarrollo sano en lo personal y en lo colectivo.

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