Cuaderno de Bitácora: La prostitución del rapero

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No nos gusta meternos en estos terrenos, pero de vez en cuando no viene mal que mostremos que no todo es oro lo que reluce, ni que tus ídolos son tan ídolos…

 

Como ya sabéis, todos aquellos y aquellas que disfrutáis de nuestro contenido, rara vez nos metemos en estos terrenos, y pensaréis ¿qué terreno?, en el de decir y hacer una crítica de lo que nos salga (con elegancia y educación, of course), bien, pues comencemos. Dentro del idílico mundo del arte, la mayoría de los mortales tendemos a idealizar figuras, ídolos y demás personajes. Este artículo de buena mañana, queremos matizar concretamente en la cultura hip hop, aún más afinando aún más la lupa, en el rapero, con exactitud, en el conocido/a como el “G”.

Esto que estamos escribiendo, lo hacemos escuchando precisamente rap, y nacional, caldo de cultivo entre nuestros seguidores. “G”, o ese término que señala y vanagloria a un sujeto como un “Gangsta” suele provocar en ocasiones una sensación surrealista, que nos hace idealizar al artista en cuestión como un auténtico gorila de los bajos fondos del Bronx, pero no es tanto así a la práctica, G se ha adueñado de muchos raperos y raperas alimentando una falsa imagen que acaba con un etiqueta visible de “Hacendado” a las espaldas, convirtiéndolo en simplemente un reflejo de alguien que quiso ser, pero bueno, tampoco era para tanto.




Encaminemos la dirección de esto, queremos hablar de la prostitución del rapero. ¿A cuántos os ha pasado que habéis flipado con el emerger de un artista, habéis dicho entre amigos “Llegará a los más alto, seguro, lo sé” y en 4, 5, 7 u 10 años cuando lo fichan acaba haciendo algo que dices ¿Qué mierda es esta?? Bien, pues ese es el tema, de saber que se podría resumir todo en una sola pregunta lanzada al aire, podríamos habernos ahorrado teclear tanto, pero no, queremos seguir haciendo que os identifiquéis con esto que decimos.

 

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Sin dar nombres creemos, que cada uno automaticamente asociará a un artista (o varios) en concreto en su cabeza y esto no es por no señalar a alguien, sino por el fenómeno que emana fruto de la ¿fama? ¿subidón? ¿delirios de grandeza? que sucumben a un sujeto a convertir o bifurcar todo aquello que llevaba años haciendo hacia un destino rodeado de buenos coches (alquilados), mujeres bellas y billetes impresos. Primero fue la obesión del famoso “millón”, algo que no nos tragamos, lo sentimos, sabemos de la existencia de empresas autorizadas que crean dinero falso para pelis y cortos y esos billetes, no engañan a nadie. Y podrá uno pensar o defender (ya que lo dijo su ídolo), “Pero es que es su personaje”, ya, pero no eres Jim Carrey, solo él puede tener la habilidad de hacernos pensar que su vida real es su mejor película.

 

Jim Carrey
Jim Carrey | © GETTY IMAGES




Retomando lo del “millón”, ¿qué significa tener el primer millón? acaso no te conformas con… no sé… ¿100.000 solo?, a lo mejor no, ya que los alquileres están al alza, (si no sigue viviendo con sus padres claro…). Pero antes de esto, está la cuestión de la dignidad del rapero, la de la honestidad, de la humildad, la cuestión de “no tener precio”, la de no venderse y la famosa de “no usar auto-tune” (que esa es otra). En muchas ocasiones, hemos temido enamorarnos fielmente de un artista, cuando por sus inicios hacían un rap callejero, underground, sin dueño, nos transmitía una sensación empírica de vivir, una experiencia nueva adaptada a esta era tan prostituida musicalmente ¡Ojo! que en este barrizal entra la “old & new school”, que tu raper favorito de hace 20 años, ahora también toquetea con el auto-tune a hurtadillas.

Con esto no queremos demonizar al raper, ni dar una charla de moralidad, queremos transmitir que en el bello arte del rap (aplíquese a cualquier disciplina), debería existir una lógica, unos códigos y no una montaña rusa de ambigüedades, porque la adaptación a la escena podrá resultar en según que casos necesaria, pero si para vender más, tienes que “prostituirte musicalmente”, abandonar tu origen y alquilar outfits, entonces quizás ese no sea el camino más puro. Ya lo decía Zatu “Más subes al árbol, más dejas el culo al descubierto”.

Entendemos por encima de todo, de que el camino es jodidamente complicado en los tiempos que corren, en el embudo del talento, solo caben quienes han tenido principalmente talento con un migaja divina de suerte, o quienes han sabido comer el culo bastante sin tener lo anterior mencionado. Tampoco podemos vivir del aire, y en esto no hay unos ingredientes exactos para triunfar, sino, una ardua lucha que nos ha hecho pasar por todo tipo de trabajos no vocacionales, pidiendo el finde libre para actuar, pintar etc… Como moraleja, ser uno mismo es la mejor manera de estar en cuerpo y alma, y el “ser real”, no se traduce solamente en tatuártelo con letras góticas en la cara o comprarte un chandal con la frase vinilada en el pecho, ser auténtico no debería de tener precio.

¿Qué opinas acerca de esto? Os leemos…

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